
Es miércoles, toca pádel. Otra noche en la que el espíritu amateur alza su voz, se pone la cinta de capitán, el equipo al hombro y nos lleva con pasión a querer destrozar a nuestros amigos, convertidos en archirrivales.
Solo queremos que los puntos fluyan y aniquilar, en los amenazadores de siempre, hasta la última mueca de su felicidad deportiva.
Mi compañero de equipo es un hermano de la vida, el Gato. Mis enemigos padelísticos son otros hermanos de sangre elegida, el Pepe y Sebita. Pero los miércoles es otra historia, se acaba la dulzura, el amiguismo, todo es despiadada competencia, se respira tensión, deseos por el error ajeno. El eco de gritos desgarradores se acumula en la cancha, como moscas en el dulce.
Me atreveré a relatar algún partido. Estos comienzan de la mejor manera, la pelota obedece bastante a nuestras muñecas frescas, hay continuidad de juego, lindas voleas, una que otra bola en el callejón del… ¡viste que bola puse!
Una armonía deportiva bien llevada hasta que los pases a la red se vuelven más asiduos, el cansancio y la frustración entra en juego tanto como la verbalidad…
_ ¡Tenés menos movilidad que una babosa!
_ ¡Muerto, te faltó ladrar y lamerte la cola!
_¡Sos una mochila de cemento!
_ «Sorry, el fantasma del Guillote me atrapó» (Guillote, un amigo muy negado para este deporte).
_ ¡Habló el salvavidas de plomo!
_ ¡Viste qué fácil es, muertooo!
_ ¡Tenés revés de nena de 5 años!
_ ¡Menos sangre que Pinocho!
_¡Corré fantasma, al menos!
_¡Lo tuyo son los asados, mortadela!
_¡Andá a ver a Gepetto!
Algunas frases de aliento, palabras motivadoras, no somos para nada competitivos. Lo importante es compartir un momento de deporte y compañerismo jajaja, muy ilusa la anterior oración, es a vida o muerte, es la gloria de la gastada en el grupo de WhatsApp por una semana, al menos.
Allí es otro juego, el humor ácido y la crítica despiadada invaden la aplicación. Esa maravillosa herramienta comunicacional la hemos convertido en un lugar para el bullying extremo, todo vale a la hora de buscar el puñal más afilado, ese latiguillo rompe moral, LTA, LTA FOR EVER.
Párrafo aparte para los exagerados de la competitividad amateur. Sí, estoy escribiendo sobre aquellos que toman clases particulares, ya fanatizados por completo se adentran en el universo de … «les quiero ganar siempre, les quiero pintar la cara, quiero despedazarlos hasta que Boca le gane al River de Gallardo».
Finalmente las revoluciones bajan, la sangre vuelve a su ritmo promedio, la tensión se rompe con un bien jugado, o un cambia la paleta de piedra.
El pádel de los miércoles, esa rutina hermosa, es como una relación de dependencia emocional gratificante.