Estados Unidos y su indignante ocultamiento del infinito.

Espero poder ser contemporáneo a la desclasificación de los archivos oficiales del gobierno de los Estados Unidos sobre los fenómenos OVNI.

¿Por qué tanto ocultamiento?¿Con qué derecho secuestran la verdad?. ¡Basta de tener el monopolio del más allá! Pueden ser tan miserables de no mostrarle al mundo la existencia de otros seres.

Ferviente es mi indignación por este maltrato que nos hacen con desinformaciones, todo por la causa de maquillar y disimular al extremo la vida extraterrestre. Es un abuso a los derechos humanos el ocultar información sobre los marcianos.

A continuación les escribo una vivencia personal, un hecho extraordinario que tuve con lo que por década tras década ha ocultado bajo tierra el gobierno de las barras y las estrellas.

OVNI MUY IDENTIFICADO

Tan presente tengo aquella “tarde noche”, jugábamos a lo único que existía en nuestro mundo adolescente, a la pelota. El juego terminaba cuando caía la oscuridad en un potrero  mendocino. El día transitaba muy típico, la rutina de divertirnos sin preocupaciones y volver a nuestras casas antes de los gritos desesperados de los adultos era lo habitual.

Nada nos hizo pensar que esa jornada iba a quedar en nuestra memoria. Ninguno pudo imaginar cómo nos cambiaría la visión que teníamos del mundo, ese crucial momento.

A pocos metros de nuestra canchita de barrio y a veces de barro, se encontraba una luz que claramente no pudimos descifrar. Germán, el errapenales del grupo exclamó y preguntó:

-¡¿Qué son esa luces?!

-El farol que alumbra las vías del tren…

-¡Un farol sin poste!

-Imposible, gritó Leonardo con asombro!

Una experiencia paranormal se estaba materializando frente a nuestras humanidades, una forma de luz ovalada flotaba a metros de nuestros ojos, pero siempre hay un incrédulo que afirma:

-¡Es un helicóptero o un globo aerostático!

-¿Y el ruido del pájaro metálico?, le retrucó Andrés.

El silencio acaparó toda la escena, la tensión se palpaba, los nervios se transformaron en acción. Como un puñado de piedras lanzadas sin sentido nos acercamos al objeto que brillaba ante nosotros, y percibimos que no desprendía “ni un mínimo sonido”.

Nos colocamos justo debajo de lo que sería un plato volador, parecía que estábamos en una escena del film «Día de la Independencia». Ver al  OVNI  fue improcesable, ¡ver lo que se descree es maravilloso!, sin querer descubrimos al Papá Noel. Se trizaba una leyenda urbana, para comenzar a ser muy cierta, muy terrenal para los que fuimos “testigo” de esta aparición.

Sin previo aviso, el platillo luminoso comenzó a desplazarse, atravesó el cielo de nuestros cuerpos atónitos y verticales para dirigirse hacia el este de la tierra del sol y del buen vino.

Sin pensarlo corrimos detrás del objeto muy identificado por quien escribe y mis amigos de la redonda. El esférico tipo pelota de rugby al horizontal volaba a velocidad muy moderada, tanto que lo pudimos perseguir por unas cinco cuadras hasta que simplemente aceleró a una velocidad brutal y desapareció dejándonos una experiencia que aún hoy me conmueve.