
Si hablamos de un hombre que supo cosechar mujeres, darle rienda suelta a sus incontrolables bajos instintos, ese fue sin lugar a dudas James Hunt, un verdadero playboy de la máxima competición automovilística.
Dentro del monoplaza era tan rápido como fuera de las pistas en el contexto de conquistar féminas, 5.000 es el número de Evas que dicen habría degustado el campeón inglés del año 1976.
Según relatos de conocidos, fue un incansable de la noche, orgías, alcohol y drogas no paraban de desfilar en su existencia, plagada de excesos y excentricidades.
Pero no fue su apariencia física cual actor de cine lo que lo llevo a ganarse un lugar en la Fórmula 1, sino más bien su estilo agresivo para correr, un talentoso de los que causa envidia, de hecho Niki Lauda afirmaría tras su muerte: “El único hombre cuya vida realmente envidié”.
Corrió en una época de valientes al volante, subirse a un auto de carreras que superaba los 300 km por hora en esos tiempos era cuasi un suicidio.
Les dejo una estadística que refleja la increíble mortandad de los años 70, Hunt llevaba 7 años en la F1, y el mismo número (7) de colegas se había cobrado con sus vidas la máxima competición, por demás insegura y peligrosa. A causa de este motivo que metía miedo en los corredores, James Hunt siempre vomitaba antes de subirse a coquetear con la parca.
Tras su alejamiento de las pistas sufrió depresiones, y malas inversiones le provocaron una fuerte caída a su economía. Sin embargo logró ser un gran comentarista deportivo y limpiarse de sus adicciones.
Cuando parecía sentar cabeza quien popularizo la célebre frase: “Sex, Breakfast of Champions” (Sexo, desayuno de campeones), al conocer a una chica de bien, católica ella, le propuso matrimonio e irónicamente al otro día del compromiso Hunt fallece de un ataque al corazón.
Si quieren saber más de este personaje emblemático, les recomiendo ver la película Rush: pasión y gloria, el film narra el enfrentamiento deportivo que tuvo con el triple campeón mundial y amigo Niki Lauda.